En realidad, se necesita más investigación, y/o experimentación que se soporte en texto, que sirvan como guías, para que se pueda hacer sesiones de terapia mas enfocadas a las necesidades de los niños y adolescentes. De esta forma se podrían crear métodos que puedan garantizar una relación terapéutica más estable, instrumentos de evaluación más específicos que se centren el reconocer al niño, al igual que se considera a los padres en el momento de hacerse un autorregistro, que supla las necesidades de la población infantojuvenil, y el proceso de mejoría de los síntomas frente a la necesidad de cumplimiento de metas y objetivos para padres y cuidadores.
Dentro de las consideraciones que deben tener terapistas, ministerios de
salud y gobiernos de los países es garantizar una atención a todos. Ya que se
puede presentar casos donde los niños y adolescentes ven la necesidad de tener
una ayuda terapéutica, pero los padres por otros motivos difieren de su idea, y
no consideran, o no creen que sea viable un tratamiento. Estos casos deberían
ser intervenidos y revisados de forma especifica por un ente gubernamental, que
permita determinar esa autoría del caso, y brindarle potestad al menor para
garantizarle su derecho a la salud de forma autónoma, aun sin el consentimiento
de los padres. Donde se le asigne un acompañante, y poder brindarle un
servicio, netamente gratuito.