El desarrollo de habilidades del terapeuta es crucial para enfrentar los desafíos presentes en el proceso de evaluación psicológica en la población infantojuvenil. En la práctica clínica real, estos desafíos incluyen desde la variabilidad en la expresión emocional y cognitiva de los niños y adolescentes hasta las dinámicas familiares que pueden influir en la presentación de síntomas.
Un terapeuta bien capacitado debe poseer no solo conocimientos teóricos, sino también habilidades prácticas que le permitirán adaptarse a las particularidades de cada caso. Esto incluye la capacidad para establecer un vínculo de confianza con el menor, lo que es fundamental para obtener información válida y confiable. Además, el terapeuta debe ser capaz de interpretar adecuadamente los resultados de las evaluaciones dentro del contexto del desarrollo típico y atípico, considerando factores como la edad, el nivel de madurez, y las circunstancias sociales y familiares del niño. "La relación terapéutica es esencial para que el niño se sienta seguro y comprendido, lo que a su vez promueve la revelación de información significativa durante la evaluación" (Shirk & Karver, 2003).
Otro aspecto clave es la habilidad del terapeuta para comunicarse eficazmente con los padres y cuidadores, quienes suelen ser fuentes primarias de información y apoyo en el proceso terapéutico. La sensibilidad cultural y la capacidad para manejar situaciones emocionalmente cargadas son igualmente importantes, ya que muchos niños y adolescentes pueden experimentar ansiedad o resistencia durante el proceso de evaluación.
En la evaluación psicológica de la población infantojuvenil, el terapeuta también se enfrenta al reto de utilizar y adaptar herramientas de evaluación que sean apropiadas para la edad y el desarrollo del niño, asegurando que los métodos empleados sean tanto confiables como válidos para esta población específica. Esto requiere una actualización constante y una formación continua en las mejores prácticas y en los instrumentos de evaluación más actuales. Los psicólogos que evalúan a niños y adolescentes deben ajustar sus métodos y herramientas para alinearse con el nivel de desarrollo del niño, asegurando que la evaluación sea tanto válida como confiable” (Mash & Barkley, 2014).
En resumen, las habilidades del terapeuta son fundamentales para abordar los múltiples desafíos que se presentan durante la evaluación psicológica en la población infantojuvenil. Un desarrollo adecuado de estas habilidades no solo mejora la calidad de la evaluación, sino que también potencia la eficacia de las intervenciones posteriores, favoreciendo un mejor pronóstico para el bienestar del menor.
Referencia :
Mash, EJ y Barkley, RA (2014). Psicopatología infantil (3.ª ed.). The Guilford Press.
Shirk, SR y Karver, MS (2003). Predicción del resultado del tratamiento a partir de variables de relación en la terapia con niños y adolescentes: una revisión metaanalítica . Journal of Consulting and Clinical Psychology, 71(3), 452–464. doi:10.1037/0022-006X.71.3.452